El próximo 14 de febrero de 2021 se celebran las XIII elecciones autonómicas en Cataluña, pero son probablemente las únicas elecciones no deseadas. Al menos para la mayoría de la ciudadanía catalana, pues un 73% considera que deberían aplazarse para más adelante debido a la situación de la pandemia de COVID-19, según datos de Metroscopia. La situación epidémica es un vector de incertidumbre potenciada por el extendido desasosiego entre la población que, pese a atravesar la tercera ola, aún considera que lo peor está por aún por llegar. Así, el clima social en el que se celebraran estas elecciones no solo es diferente a otros anteriores, sino que reviste un carácter inédito y aún más impredecible que en citas previas. Al menos tres grandes factores articulan en buena medida las condiciones en las que se celebran y que pueden ser claves en el resultado.
- Atmósfera posprocés. Cuatro elecciones en nueve años, de las cuales estas son las primeras en las que la independencia no es una prioridad para la mayoría de la sociedad catalana. La pérdida de intensidad tanto de la reivindicación como de la unidad en el espacio independentista, junto a la situación sobrevenida de pandemia y al cambio de Gobierno a nivel nacional, han relegado la independencia a un segundo plano temporal. Hoy por hoy existe una Cataluña de dos tercios que realiza un balance retrospectivo negativo del procés independentista, que considera mejor abandonar la vía de la unilateralidad y que desaprueba la actuación del Govern a lo largo de esta legislatura.
- Desmovilización electoral. Si en 2017 se vivieron unas de las elecciones autonómicas de mayor efervescencia y polarización (registraron la participación más alta de la historia electoral catalana, 82%), las de 2021 pueden concebirse como excepcionales por la pandemia, pero ‘convencionales’ por el nivel de movilización previsto (alrededor del 60% o incluso inferior). De confirmarse este descenso, en función de su magnitud, podría suponer un regreso al ciclo ‘ordinario’, a ese 60% de participación media que se ha registrado en Cataluña entre 1980 y 2010; frente a participaciones más elevadas (superiores al 70%) en las elecciones de carácter soberanista o plebiscitario entre 2012 y 2017. Asimismo, de registrarse un nivel de abstención diferencial elevado, según las encuestas disponibles, este puede beneficiar más a los partidos independentistas y perjudicar a los no independentistas.
- Factor liderazgo. Ninguno de los principales partidos que se presentan en estas elecciones repite como candidato/a a la presidencia de la Generalitat respecto a los últimos comicios. En esta renovación de “caras” destaca la presentación del ya exministro de Sanidad Salvador Illa por el PSC sustituyendo a Miquel Iceta, que, hasta pocos días de la cita electoral, es el factor de mayor impacto en los alineamientos electorales según los datos demoscópicos. Se alza como el único candidato presidenciable del bloque no independentista, casi replicando el rol que adoptó Inés Arrimadas de Ciudadanos en las últimas elecciones y atrayendo a la mayor parte de sus votantes desencantados. Por su parte, el bloque independentista cuenta con dos referencias, Laura Borrás y Pere Aragonés, sobresaliendo más la primera que el segundo.
Francisco Camas es investigador en Metroscopia, empresa española de sondeos de opinión, encuestas electorales y de posicionamiento ideológico. Análisis de clima social y económico en España. Investigación social. Participó en los encuentros virtuales “La hora de la Ortega” que organiza el Instituto Universitario de Investigación Ortega y Gasset el pasado 10 de febrero de 2021.
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