Humanizar se pone de moda en el ámbito de la publicidad, se utilizan frases como “el humanismo digital” para mostrar un nuevo trato al cliente. Se incorpora al marketing “el trato personalizado”, que pretende nuevas formas de relación más humanizadoras. La primera impresión al hablar de humanización de la asistencia sanitaria es creer que consiste en tener un comportamiento educado y trato correcto con el paciente y sus familiares, a la vez que se atribuye como deshumanización, a la práctica sanitaria soportada por la tecnología, capaz de generar una relación clínica despersonalizante.
De cualquier forma hemos de aceptar la evidencia; nuestra sociedad occidental puede ser la más humanizada de la historia social y sanitaria, no habría más que repasar las normas relativas a derechos y deberes que se encuentran recogidas en leyes, códigos, resoluciones y recomendaciones. Venimos del chamanismo de la era pre-técnica¹, el mito, la obediencia a las razones de la naturaleza (la physis) y la convulsa evolución histórica del carácter científico-técnico de la medicina así como de los diferentes roles que han tenido médico y paciente y sus diferentes modos de relacionarse a lo largo de la historia de la medicina.
Humanizar la atención sanitaria es complejo y para ello nos ayuda el significado y sentido del término, la acción que implica humanizar respecto del cuidado de la salud de personas vulnerables, los pacientes. El Diccionario de María Moliner refiere humanizar como: “Hacer una cosa más humana, menos cruel, menos dura para los hombres…hacerse más humano, o menos severo. Humanarse.”. Abundantes sinónimos se relacionan con la expresión hacerse más humano: afable, afectuoso, benévolo, benigno, blando, caritativo, comprensivo, comunicable, condescendiente, considerado, cordial, indulgente, magnánimo, misericordioso, propicio, sensible. Humano se aplica a la persona que siente solidaridad por sus semejantes y es benévola o caritativa con ellos.
Humanizar es un verbo, “palabra de acción”, que se conjuga para restituir la dignidad y derechos de los pacientes, y lo hace en clave vocacional, de llamada y de pre-ocupación, a través de un conjunto de competencias adquiridas, no solo profesionales, fundamentadas en el compromiso, la responsabilidad y el testimonio. Se deduce que humanizar es un proceso, siempre inacabado, por lo tanto limitante, pero no será posible ejercerlo, sino es también militante². Podemos intuirlo si pensamos en los cuidados médicos críticos, paliativos, intensivos o en especialidades como la oncología, psiquiatría o geriatría, entre otras muchas.
El verbo humanizar, a manera de parábola bioquímica, sería una enzima, que transforma lo humano, el sustrato, para obtener un producto “lo humanizado”. Imagino que esta reacción bioquímica podría ser exotérmica, libera energía en forma de luz o de calor, lo que permitiría ver al paciente con más claridad y empatía, aporta la fuerza necesaria para sostener, aceptar y superar las limitaciones de la enfermedad biológica y dar sentido a la vida biográfica que la acoge. La acción de humanizar pone de manifiesto un modelo de relación clínica y de ayuda que nutre la vida esperanzada del paciente, que ya no sería una simple espera pasiva, sino una nueva disposición, forma de vivir y afrontar el presente. No es vano decir que: “lo humanizado es lo más humano de lo humano”.
La experiencia clínica nos dice que ejercer la humanización de la asistencia sanitaria no es solo un proceso técnico de individualización estandarizada del tratamiento que conlleve el aislamiento de paciente, tampoco es ejercer una asistencia “familiar” cargada de estados emotivos ajenos a la realidad del paciente, ni tan siquiera es un proceso de moralización de la relación clínica. La verdadera humanización del paciente exige atender y acompañar a la distancia justa, empatizar y singularizar la gestión de los cuidados para que se consolide una relación clínica capaz de personalizar, alfabetizar y coeducar. Todo ello permitirá deliberar y decidir con madurez. La relación clínica será entonces no solo instrumental y biológica sino que tendrá como modelo la biografía y la narración, capaz de crear un lugar de encuentro entre la confianza de quien padece y la conciencia de quienes cuidan. Es, en resumen, conjugar el verbo humanizar en clave biológica, biográfica y social.
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¹Hasta los siglos VI y V a. de C, el ser humano no era el fin del arte sanitario sino un medio para congraciarse con los poderes ocultos de la naturaleza
²Humanizar. F.J. Alarcos. 10 palabras clave para humanizar la salud. Pág. 27. Ed. Verbo Divino.2002
³Claves para humanizar la salud. José G. Férez y F.J. Alarcos. 10 palabras clave para humanizar la salud. Pág. 24. Ed. Verbo Divino.2002