Tolstoi comenzó su famosa novela “Anna Karenina” afirmando que todas las familias felices se parecen, mientras que todas las familias infelices son infelices a su manera. Podemos parafrasear la cita para afirmar que, en la percepción general, todos los momentos felices pasan desapercibidos, mientras que todos los momentos infelices obtienen una narración propia. Sin duda esto podrimos aplicarlo a la Historia de la construcción europea en alguna medida.
En ese sentido, si durante décadas los European Studies han respondido en última instancia a la premisa basada en la certeza liberal de que la construcción europea estaba condenada al éxito (“una historia whig”), hoy la agenda de investigación ha cambiado de dirección al pasar a interrogarse por la causa de sus problemas, su alcance o perspectivas de evolución , dando con ello -como es notorio- carta de naturaleza a e otras narrativas que con vocación alternativa, han alimentado relatos más o menos críticos con el desarrollo de la construcción europea, aunque muchos de ellos lo fueron como una mera reacción al “Christmas Story” en el que en muchas ocasiones ha derivado el discurso oficial de las instituciones europeas.
Esa situación indudablemente conllevaba un riesgo: olvidar que la historia europea desde la posguerra mundial se ha caracterizado por ser un largo período de progreso genuino en el que la integración económica y política de Europa han desempeñado un gran papel, tanto en el logro de la paz como en el de la prosperidad, y por supuesto en la formación de la Europa tolerante y democrática que conocemos hoy. Una historia de éxito, en efecto, pero que en cierto modo, queda empañada si la miramos sólo desde lo acontecido en los últimos quince años, especialmente durante la década perdida como consecuencia de la Gran Recesión.
Cualquier aproximación a estas cuestiones, por tanto, debe realizarse con suma cautela y sin olvidar que toda narrativa es una selección interesada de información sobre la realidad en relación con el pasado. Es más, la centralidad que ha adquirido hoy esta noción ha conducido a que el debate político tienda cada vez más a convertirse en un combate por el establecimiento de narrativas hegemónicas, y, en el ámbito de la política europea, la idea de Europa como forjadora o destructora de relatos se transforma en una herramienta formidable. Más aún cuando en los últimos años ha habido una tendencia a explicar los éxitos o fracasos de la construcción europea –tanto en lo relativo a la formulación y justificación de propuestas como en la implementación de políticas por parte de la Unión Europea − en función de la dificultad para articular narrativas atractivas para el ciudadano europeo. De hecho, el peligro se encuentra hoy en que también han dado pábulo a narrativas claramente antieuropeas cuando no eurófobas que cuestionan el modelo europeo con el retorno de actitudes y políticas nacionalistas, xenófobas y antidemocráticas. Cuando hoy más que nunca, en plena distopía pandémica, Europa parece más necesaria que nunca.
Autor: Antonio Moreno Juste es catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad Complutense de Madrid.